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LA CUARESMA
LA CUARESMA
 
 
La cuaresma es un período en la Iglesia dedicado a la preparación de la Pascua, es decir, el lapso de tiempo entre el Miércoles de Ceniza y la Semana Santa, que se inicia con el Domingo de Ramos.
 
         La cuaresma es un camino de libertad hacia la conversión, donde encontramos tres elementos fundamentales: La Oración, La Fraternidad y el Ayuno. Es el tiempo de conversión y renovación en el cual somos conducidos por la vida de Jesús resucitado.
 
         Antiguamente era un período de tiempo centrado en lo negativo de la persona, en las culpas o de llorar los propios pecados. Pero hoy en día, la Cuaresma es un período de tiempo centrado en Jesucristo, un tiempo oportuno para acercarnos a Dios y así conocerle mejor y seguirle con renovada fe.
 
 
SIMBOLOS DE LA CUARESMA
 
  • Sacramento de la Reconciliación: Mas allá de una actitud escrupulosa ante ¨la ley de Dios¨, se trata de ponernos ante la verdad de Dios. La cuaresma es el tiempo en el que se nos dona sobreabundantemente el perdón, más allá de nosotros mismos. Abramos nuestro corazón a este caudal de sanación y vida.
  • La solidaridad o Limosna: para ayudar al hermano, que no es sólo dar lo poco que nos sobra, sino que implica una mayor conciencia cristiana para compartir en comunidad. Nuestra solidaridad tiene una expresión concreta material, pero también exige de nosotros donar nuestro tiempo, nuestro cariño y atención, a favor de quienes nos rodean, especialmente de los más necesitados. La solidaridad es una forma de testimoniar la caridad evangélica.
  • La palabra de Dios: en estos días especiales la Sagrada Escritura ilumina todas las prácticas y transforma poco a poco nuestra vida, así como nos permite experimentar el abundante gozo que llega cada vez que nos encontramos con el Señor Jesús. Este tiempo es propicio para educarnos en la escucha de la palabra y en la confrontación de nuestra vida y nuestro valores con ella, a fin de que Cristo mismo, a través de ella, nos evangelice y nos eduque en su misma obediencia amorosa del Padre.
  • La Oración: en el tiempo de cuaresma subraya dos dimensiones: la escucha de la palabra y la contemplación de la obra de amor de Dios. Estas reforzarán nuestro camino cuaresmal, ayudándonos a colocar en orden nuestras confusiones, a entablar relaciones auténticas con Dios y con los hermanos, dispuestos a acoger y a brindar el perdón. Una de las más sentidas costumbres de este tiempo es la de orar el camino de la cruz, lo que popularmente llamamos Vía Crucis.
  • El desierto: representa, en la Biblia, el lugar propicio para el encuentro con Dios y también es un lugar donde se experimentan las tentaciones. El desierto no es un sitio de permanencia sino, más bien, un sitio al que entramos sólo para estar de paso. En nuestro caso, el ¨desierto Cuaresmal¨ es el trayecto que recorremos desde la esclavitud personal y colectiva hacia la libertad, desde la muerte hacia la vida, donada en Cristo Jesús.
  • El camino: es un símbolo que se relaciona con la travesía del desierto. Nos recuerda una situación de marcha. Ser cristianos es precisamente esto, un constante estar en camino. De él podemos afirmar lo mismo que del desierto: no es un lugar para establecerse, es transitorio. La iglesia nos recuerda durante la Cuaresma que al final del camino siempre está Dios, quien nos ha impulsado para la marcha y alentado en la misma.
  • La catequesis cuaresmal: nos va introduciendo, poco a poco, al misterio de la luz. Primero, nos hace descubrir ciegos y necesitados de iluminación. Luego, en la persona de Cristo la luz misma se encarna y manifiesta, a fin de que la acojamos por la fe.
  • La vida: más que un símbolo, es la respuesta por excelencia de la Pascua, cuya preparación realizamos en estos días y, por ello, uno de los mensajes más fuertes del tiempo cuaresmal. Se nos habla de una nueva vida en Cristo. Esta vida está llamada a crecer y expandirse, a defenderla, etc. En la Cuaresma, las palabras de evangelio: ¨Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna¨(Jn 3,16) cobran mayor sentido, a la luz de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
  • La cruz: es el símbolo de la redención, que representa la adhesión a un estilo de vida cristiano. Es la prueba de amor más grande que Jesús nos dio para enseñarnos cómo se debe amar. Es signo de entrega y victoria, de esperanza en la resurrección. La cruz simboliza el compromiso fuerte con Cristo y su mensaje de amor.
  • El aleluya: no se canta durante la Cuaresma, ya que funciona como un fórmula de alabanza para reconocer con alegría a Dios como nuestro Señor. Dado que la Cuaresma es una época de oración profunda, silencio, ayuno y fraternidad, que persigue nuestra conversión y, por ello, de carácter más penitencial, esta aclamación de alegría se reserva para el tiempo de Pascua, para celebrar nuestro encuentro con la vida nueva inaugurada en Jesús y hecha realidad en nuestras existencias.
  • El color: el utilizado en la vestimenta litúrgica es el morado. Ello subraya el carácter penitencial y austero de este período.
  • El ayuno y la abstinencia: tienen varias connotaciones. El primero y originario, es la preparación al encuentro con Jesucristo resucitado, dueño y Señor de la vida. Luego con ellos señalizamos nuestro deseo de disponernos a acoger la vida nueva que el Señor nos ofrece. El ayuno y la abstinencia no tienen sentido, por demás, si no están acompañados de la limosna y la solidaridad.
  • El agua: nos recuerda, en este tiempo, nuestra adhesión a Cristo por medio del Bautismo. Gracias a este sacramento los cristianos nos sumergimos en la muerte, para resucitar victoriosos en Jesucristo.
  • El silencio: es necesario en este período tan particular. Él nos dispone a la escucha de la Palabra de Dios, la única que puede originar un cambio de actitudes, de vida, en nosotros, en dos dimensiones: la externa, que nos lleva al encuentro con la palabra pronunciada en cada acontecimiento, en lo cotidiano de nuestra vida, de la realidad social y eclesial que nos circunda, y la interna, permitiendo que todo aquello que repercute en nuestro interior sea confrontado con la Palabra de Dios meditada y orada, para dar respuesta a la realidad como seguidores de Jesús.
 
 
 
MIÉRCOLES DE CENIZA
 
 
         Con este día iniciamos el camino de la Cuaresma, motivados por la invitación exhortativa de Dios, quien parece rogarnos para que volvamos a él. El ruego nace del corazón amante de Dios para con cada uno de nosotros.
 
         El miércoles de Ceniza no es un día aislado, supone una meta para quien se acerca a recibir las cenizas al expresar su deseo de tomar en serio la palabra de Dios, así como de comprometerse a iniciar un proceso de vida cristiana más auténtica.
 
         El símbolo por excelencia de este miércoles son las cenizas, las cuales son el polvo que se nos unta en la frente, como símbolo de pequeñez para recordarnos nuestra fragilidad enriquecida por el amor de Dios, así como también nuestro deseo de conversión, ¨volverse a¨la felicidad verdadera, en el amor de Dios y al prójimo .
 
         Con este gesto la iglesia nos invita a no apoyar nuestra vida en cosas que terminan reduciéndose a cenizas (el cuerpo, la fama, los bienes materiales, etc.), sino a fundamentarla en valores eternos, contra los que la muerte nada puede.
 
         Las cenizas nos recuerdan, además, nuestro bautismo: en ese día fuimos marcados con óleo y agua, consagrándonos al Señor. Asimismo, evocan el dolor y la muerte en el mundo, a la vez que nos compromenten a favor de la justicia y la misericordia, comenzando por vivirlas en nuestras propias relaciones con los demás. Las palabras ¨Acuérdate de que eres polvo…¨ nos sugieren nuestra condición efímera y son un llamado a la sobriedad.
 




Fuente: ¨Preparemos la Fiesta¨ Equipo Paulinas.Hijas de San Pablo.  Febrero 2002
 
   
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