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JESÚS MODELO DE ORACIÓN

Jesús modelo de oración es el resultado de muchas búsquedas en la web para iluminar un tema sobre la oración y Jesús, que debía preparar para los adolescentes. Extraje estas líneas de diferentes partes, la junté y las encontré interesantes para todos Ustedes.  Es un tema amplio pero muy enriquecedor.

LA ORACION DE JESÚS EN EL EVANGELIO DE LUCAS

 

¿Qué es la oración?

“Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría” (Sta. Teresa del Niño Jesús).

           

Introducción

-         Autor

-         Destinatarios

 

1) Jesús modelo de oración

-         Retrato de Jesús orante en diez pinceladas

-         ¿Qué ha pedido Jesús al Padre en su oración?

 

2) Jesús maestro de oración. ¿Qué predicaba Jesús sobre la oración?

-         Oración como diálogo

-         Dios no necesita pero quiere nuestra oración

-         El objeto de la oración: pedir

·        bienes materiales

·        ayuda en la crisis

·        bienes espirituales

·        intercesión

·        no ceder en la tentación

 

-         El objeto de la oración: agradecer y alabar

-         La certeza de sabernos y sentirnos escuchados

·        En base a la promesa de Jesús

·        La necesidad de la fe

·        Unirnos a la voluntad de Dios

·        Fe en la bondad de Dios

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todos reconocemos en Jesús a un verdadero modelo de hombre de oración. Desde niños la catequesis nos ha presentado este aspecto central en la vida de Jesús y en la vida del cristiano. Sin embargo, ¿cuánto sabemos, en realidad, de la oración en la vida de Jesús? Y, ¿cuánto de lo que sabemos tiene una sólida base bíblica? Los evangelistas, en especial, Lucas, nos presentan varios rasgos de la oración de Jesús. Conocer estas características puede animar nuestra propia vida de oración y renovar nuestra fe.

El evangelio de Lucas evoca en la sensibilidad popular algunas de las más bellas y recordadas escenas que nos han alimentado por generaciones: la visita de María a Isabel, (Ave María) la visita de los pastores en el nacimiento de Jesús, (Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz…), el cántico de María. También hay pasajes de hondo significado para la vida de numerosas comunidades comprometidas: Zaqueo (19,1-10), el buen samaritano (10, 29-37) la oveja perdida y encontrada, el hijo pródigo o el padre misericordioso (15,1-32); las parábolas sobre la oración: el publicano y el fariseo, el amigo insistente, la viuda y el juez (18, 1-8) y el camino de Emaús (24, 13-35).

El “Benedictus” (1,68-79) y el “Nunc dimitis”(2, 29-32) que aparecen sólo en Lucas, son himnos que se celebran y cantan en la liturgia y la oración de varias comunidades de fe, junto con el “Magnificat” (1, 47-55) que nos han animado en tantas ocasiones de lucha por la justicia. Lucas también transmite una versión del “padrenuestro”.

 

 

Los ojos en Jesús.

 

Para saber cómo orar hay que mirar a Jesús, hay que descubrir cómo vive, hay que asomarse a su corazón para descubrir lo que lleva dentro.

 

Orar procede del latín “Orare”, significa “hablar con” o “pedir a Dios”

Rezar procede de “Recitare=recitar”, pronunciar verbalmente algo que está puesto por escrito o que se conserva en la memoria.

 

La Lectura espiritual es la que se hace atenta en el Espíritu y con el Espíritu, de las cosas inspiradas por El.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

1) Jesús modelo de oración

La mayor parte de los dichos sobre la oración figuran entre los de “autenticidad” menos discutida. Además de las instrucciones de Jesús sobre la oración, los datos que ofrecen los sinópticos sobre el comportamiento de Jesús en la oración y, sobre todo, las oraciones formuladas por él nos ayudarán a comprender su fe en profundidad. De este modo podemos contemplarlo como modelo y maestro de oración.

Los sinópticos nos han transmitido como oraciones de Jesús, además del padrenuestro contenido en los evangelios de Mateo y de Lucas, las plegarias que dirigió personalmente a Dios.

 

 

 

 

¿Cuál es el retrato del Jesús orante, modelo de oración que dibuja Lucas en su evangelio? (diez pinceladas)

 

- Jesús es una persona acostumbrada a orar. La lectura de cualquiera de los evangelios sinópticos nos entrega la imagen de un Jesús que reza con asiduidad y dedicación.

 

- Jesús participa de la religiosidad de su pueblo. Va a las sinagogas (casas de oración) y a las Fiestas de Procesión a Jerusalén. Oraría tres veces al día como todo judío de su tiempo. El pueblo judío era un pueblo piadoso que sabía rezar y tenía una larga tradición de vida de oración. La oración tiene un lugar bien determinado en la vida del pueblo y en su religiosidad. Desde pequeños se enseña en la familia, y también en la instrucción religiosa en las sinagogas, los preceptos relacionados con la oración. Los judíos dos veces al día, al amanecer y al atardecer, recitaban la confesión de fe en el Dios que los había liberado de Egipto. Desde niños se transmitía esta recitación, conocida como Shemá, que se acompañaba de bendiciones. Además tenían otros tres momentos de oración: a la mañana, ala tarde y a la noche. En estas horas se rezaba con una larga oración llamada Thephillah y se sumaba las peticiones de cada uno.

 

- Jesús, aunque reza como todo judío piadoso,  supera los formulismos de la oración judía, que consistía principalmente, en recitar oraciones de memoria y se dirige a Dios con palabras sencillas, con el lenguaje de todos los días. Incluye la oración en la vida cotidiana.

 

- La oración de Jesús está integrada a su vida y a su misión.

 

- Jesús  da mucha importancia a la oración. Busca lugares y momentos para estar solo y poder orar con libertad y entrega. Supera los legalismos de los tiempos determinados para rezar. Jesús ora en la vida y prolonga muchas veces los momentos de oración que, como buen judío, debía dedicar diariamente.

 

- La oración de Jesús es un encuentro de intimidad con el Padre. Que busca “unir su voluntad a la voluntad amorosa del Padre”. Cuando Jesús ora (salvo la oración con el salmo 22 en la cruz) se dirige a Dios llamándolo Padre. La palabra Abba, que encontramos en los evangelios como característica de Jesús significa Papá, Papaíto, y era una manera sencilla que utilizaban los niños para dirigirse a su padre." Este término arameo, nacido en el lenguaje familiar y que era en su origen una palabra infantil, no se encuentra en ningún lugar en las oraciones judías. Constituye seguramente una forma de hablar propia de Jesús ..." (Abba, el mensaje central del Nuevo Testamento, pág. 86. Jeremias, Ed. Sígueme).

 

- Jesús conoce la Escritura y reza con ella. Tanto en el relato de la tentación en el desierto como en la cruz encontramos a Jesús haciendo referencia a textos de la Escritura.

 

- Jesús ora en los momentos importantes y siempre en los difíciles. Cuando se enfrenta a decisiones, cuando debe discernir cuál es la voluntad de Dios. Qué es lo que Dios quiere de él. La oración es su lugar de encuentro con la voluntad de Dios.

 

- Jesús da gracias al Padre. Reconoce la gratuidad del amor de Dios y lo alaba.

 

- En los evangelios vemos a Jesús orando puesto de pie con los ojos elevados al cielo; también sabe rezar de rodillas e incluso con el rostro caído en la tierra. Unas veces alegre, con el gozo de la acción de gracias, otras veces gritando, llorando e incluso quejándose. En su casa, con su familia, en las casas de sus amigos, de viaje, en  la sinagoga, junto a sus discípulos y discípulas, con los apóstoles en intimidad, en el templo de Jerusalén. Pero sobre todo en el silencio de la montaña, bajo las estrellas de la noche. En medio de su actividad, en el desierto, antes de elegir a los apóstoles, en su noche más amarga, e incluso en la cruz, todo lo hacía por medio de la oración: curar, bendecir, comer. Jesús vive en oración.

 

¿Qué ha pedido Jesús al Padre en su oración ¿Por quienes ha pedido?

 

Antes de elegir a los apóstoles Jesús se retira a orar, (Lc 3, 21-22). La oración de Jesús ha sido siempre una petición humilde al Padre. En Lucas vemos a Jesús pedir por sus discípulos, por Pedro, por sus amigos, por aquellas personas con quienes compartían la vida, por las personas necesitadas.

 

Dando un salto, el evangelio de Juan nos presenta con más claridad a Jesús pidiendo por sus discípulos: para que no queden huérfanos en el mundo; que vivan en la unidad, que vivan en la verdad; que se vean libres del mal; que vivan en la alegría; que alcancen la salvación. En una palabra, Jesús pide para los suyos, el reino del Padre: reino del amor y la unidad, reino de la verdad, reino de salvación.

Pero la oración de Jesús no se limita sólo a los suyos. La actitud de Jesús es amplia: ora por los que vengan después de él y sus discípulos, por la unidad de los creyentes, para que el mundo crea; ora por sus enemigos convirtiendo su oración en perdón; ora por sí mismo; ora dando gracias y para que sea glorificado el nombre del Padre; ora para cumplir la voluntad del Padre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

2) Jesús maestro de oración. ¿Qué predicaba Jesús sobre la oración?

 

 

1.- La oración como diálogo con Dios. Vivencia de su presencia.

 

La oración es fundamentalmente un diálogo con Dios. Si se introducen finalidades alejadas de este objetivo, la oración queda desvirtuada. Un ejemplo de esto es la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18, 10ss). A esta oración reprobada por Jesús se aplica lo que L. Feuerbach cree tener que reprochar al orante: “adora su propio corazón”. El fariseo de la parábola no habla con Dios.

 

Recordamos una instrucción positiva sobre la oración ahora de Mateo: “cuando vayas a orar, entra en tu cuarto y cierra la puerta”. El texto no dice, como en el caso de la limosna (Mt 6,4), que Dios “ve” en lo secreto, sino que “está” en lo secreto. Allí se hace presente de modo especial para nosotros. Está en todas partes, pero hay lugares donde, aparte posibles abusos, es más fácil encontrarlo y él está dispuesto a dialogar con cada uno. Porque esto es lo principal. Sin salirnos de la parábola podemos decir que uno de esos lugares es el templo, cuyo destino de casa de Dios, “casa de oración”, como dice Jesús, debe invitar al recogimiento. Dios que está fuera de nosotros, mora a la vez en nosotros, ocultamente. Dios se revela donde no lo esperamos: en lo secreto. Esta es la gran paradoja bíblica. El ocultamiento de Dios, que tantas veces resulta un escándalo para la fe, pero que va implícito en su santidad, acompañada a su autocomunicación en el amor. El Santo y Oculto se abaja hasta su criatura como Padre amoroso. Jesús mismo da ejemplo en los evangelios cuando elige el lugar para su oración (…)

 

El diálogo no supone sólo que Dios ve en lo secreto, sino que oye las oraciones, se pronuncien en voz alta o baja, al margen de que los orantes quieran o no oírle a él. Jesús dice a sus discípulos que “mientras oran, ya han recibido lo que piden” (Mc 11,24). Esta fe forma parte del diálogo. La experiencia de la presencia del Dios que ve y oye, es ya un don.

 

La preferencia de Jesús por la soledad no excluye que a Dios se le pueda encontrar también en el templo, donde se reúne una colectividad. De hecho Jesús promete su presencia allí donde “dos o tres se reúnen en su nombre” o si dos personas piden juntas algo a Dios.

 

 

2.- Dios no necesita, pero quiere, la oración humana. Tres parábolas principales en el evangelio de Lucas sobre la oración. (Cf. Catecismo, p. 568).

 

Jesús insiste una y otra vez de modo imperativo en exhortar a la oración incansable. Es una insistencia ligada a la promesa de la escucha. “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán” (Lc 11, 9). Estamos ahora ante otra paradoja, la de la oración impetratoria: Dios sabe lo que necesitamos y, a pesar de ello, quiere que se lo pidamos. Esta paradoja es propia de la concepción bíblica del Dios creador y padre, que es a la vez el santo y el amante infinito. En libre autocomunicación creó por amor al ser humano libre para que se una a su voluntad amorosa. Quiere que éste contacte con él mediante la oración eucarística (de acción de gracias) y de alabanza, pero sobre todo mediante la oración impetratoria (de petición o súplica). Esta imagen bíblica de Dios es la base de la conciencia, tan importante en la oración, de la distancia entre Creador y criatura y, al mismo tiempo, de la confianza infantil de la criatura con su Creador. La conciencia de ser criatura, precisamente en la oración, y la confianza expresada en ella no se excluyen: lo segundo fluye de lo primero.

 

La voluntad incondicional de Dios de que oremos la entendió Jesús en toda su radicalidad. De ahí la reiterada y apremiante invitación a la “perseverancia”. La necesidad de esta perseverancia procede de la voluntad divina. Así lo indican las parábolas del amigo impertinente en Lucas 11, 5 ss, de la viuda suplicante y del juez injusto en Lucas 18, 1ss. Dios quiere la perseverancia en la oración.

 

 

3.- El objeto de la oración: la petición. “Pedid y recibiréis…” (Lc 11,9)

 

a) Petición de bienes materiales. “danos cada día el pan que necesitamos” (Lc 11,3)

 

La fe bíblica en el Dios creador (AT y NT) comporta el respeto al mundo material, y ésa es también la fe de Jesús, al que llamaron “comilón y borracho”. Jesús incluyó en su oración bienes materiales, en su oración no se excluye nada., aunque esto no significa que los bienes materiales tengan prioridad. Para Jesús, la oración de petición es un derecho de los hijos de Dios.

 

b) Demanda de ayuda en lo material, momentos de crisis. “Orad, para que podáis hacer frente a la prueba” (Lc 22,49)

 

Jesús conoce al menos una petición incumplida (Getsemaní),  a pesar de ello ora e invita orar a sus discípulos. Desde su experiencia en Getsemaní y en la cruz, Jesús nos enseña con su ejemplo que aun en el mayor apuro, cuando no se ve ninguna salida humana y tampoco estamos seguros del éxito de la oración, “podemos y debemos orar”.

 

c) Petición de bienes espirituales. “¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lc 11, 13)

 

La petición de bienes espirituales ocupa un puesto relevante aunque no exclusivo, en los evangelios. En Lucas la oración pide sobre todo el don del Espíritu Santo. También abundan las peticiones de perdón de los pecados. Cf. Lc 18, 10s en la parábola del fariseo y el publicano, esta petición aparece como emblema de la verdadera oración, y el padrenuesto la incluye en la doble versión de Mateo y de Lucas.

 

Pero la demanda de dones espirituales se resume en la oración por la llegada del “reino de Dios”. Todo acontecimiento de salvación es un acontecimiento del reino de Dios. El reino de Dios que Jesús enseña a pedir a sus discípulos y que él mismo pedía es escatológico, de postrimerías, de futuro y a la vez, desde su actividad terrena, ya inminente. Aunque sea Dios el que lleva a cabo la obra salvadora en pro de su Reino, debemos orar por ella, y se confirma así que, según la predicación de Jesús, Dios no necesita de nuestra oración, pero la quiere. Jesús mismo para muchas noches orando, p.e. antes de elegir a los doce (Lc 6,12) busca en la oración la voluntad de Dios.

 

c) Intercesión. Curaciones milagrosas. “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”, “pero yo he rogado por ti, para que tu fe no decaiga” (Lc 22,32)

 

El evangelio está lleno de oraciones de intercesión. Elijo en Lucas la más conmovedora de todas, cuando Jesús, antes de expirar, oró por aquellos que lo crucificaron ignorando lo que hacían (Lc 23,34). Nuestra oración por lo semejantes crea un lazo invisible que nos liga a ellos al unirnos a unos y a otros con el Padre común, nos introduce en el círculo de amor y vida de la Trinidad.

 

La fuerza de la intercesión consiste en que los orantes abrazan la voluntad de Dios (objeto prioritario de la oración, “unir nuestra voluntad a la voluntad de Dios”) y contribuyen así a levantar un muro de amor en torno a aquellos por los que oran. Nada hay más responsable que orar.

 

Este poder de la intercesión obra el milagro de las curaciones o sanaciones de Jesús. Puede hacer retroceder a la muerte. Porque cada enfermedad es una irrupción de la muerte en la vida, y cada curación es, en consecuencia, anticipo del triunfo sobre la muerte: anticipo de la futura resurrección del cuerpo. El triunfo sobre la muerte, consecuencia de la llegada del RD, es fruto de la propia oración de Jesús. Esto nos hace recordar, que Jesús enseña a los discípulos lo que ellos mismos van a reliar mediante la intercesión.

 

c) Preservados en la tentación, preservados de la tentación. “no nos dejes caer en la tentación” (Lc 11,4)

 

¿Cuál es el nexo “tentación y oración” en los sinópticos? Lo vemos en la sexta petición del padrenuestro pero también en el pasaje de Lc 22, 32 cuando Jesús ruega por Pedro y cuando exhorta , según mc 14,38 par., a “velar y orar para no caer en la tentación”. Según Lc 22, 31, Satanás “reclamó” a los discípulos para sus fines. Y el objeto de la oración de Jesús está claro: que Pedro sea preservado, sostenido en la tentación (no de la tentación): “Pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca”. Jesús conoce la debilidad de los discípulos. A la luz de este conocimiento, tanto en este pasaje como en Getsemaní cobra sentido la invitación a orar no sólo para que sea preservados en al tentación sino para que no se acerque la tentación.

 

 

4..- El objeto de la oración: la acción de gracias y la alabanza. “Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Lc 10, 21

 

En los evangelios sinópticos la oración más frecuente es la impetratoria. Por el contrario en las cartas de Pablo y en el evangelio de Juan predominan las oraciones de alabanza y acción de gracias. En el caso de los sinópticos Lucas inclusive, su menor frecuencia se explica por los usos judíos que Jesús siguió. La oración de alabanza tiene a menudo, aunque no exclusivamente, un carácter litúrgico y una letra prefijada. Entre ellas están las plegarias de acción de gracias de Jesús en la mesa (última cena, Mc 14,22s; Emaús, Lc 24,30; comidas Mc 6, 41…). Las oraciones de alabanza solían recitarse en común. Los salmos son en buena parte oraciones de alabanza que Jesús utilizaba). De Jesús se conserva un pasaje de alabanza y acción de gracias que tiene paralelo en Lc 10, 21: “Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños..”. Jesús nunca desdeñó la oración de gracias, de ello tenemos un testimonio en el relato de los diez leprosos, Lc 17, 21s.

 

 

 

5.- La escucha de la oración. La certeza de ser escuchados.

 

a) Promesa de Jesús.

 

En muchas sentencias de los tres primeros evangelios, Jesús asegura con absoluta certeza y hasta con audacia, como recoge Lc 11,9: “Pedid y se os dará…”, “todo el que pide recibe”. Jesús refrenda la promesa con los ejemplos del hijo que pide pan o pescado y al que el padre no le da una piedra o una serpiente (Lc 11, 11s); también con la parábola del amigo que por su “descaro” logra el cumplimiento de su petición; y con la de la viuda demandante a la que el juez “injusto” hace justicia para que deje de importunarle, Lc 18, 1ss. Estas parábolas sirven para infundir en el orante la certeza de ser escuchado y animado a perseverar. “Para explicarles que tenían que orar siempre y no desanimarse, les propuso una parábola” (Lc 18, 1).

 

 

 

b) La necesidad de la fe.

 

Jesús sabe que la oración de los discípulos no siempre cumple las expectativas de éstos, por eso pone una condición a sus promesas: la necesidad de la fe. Jesús encarece constantemente esta necesidad de la fe. En Mt 21, 21 dice: “…Todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido”. Esto implica que la oración misma, en cuanto unión con Dios, es ya una escucha o cumplimiento. El símil del grano de mostaza, frecuente en la tradición (al igual que el del traslado de montañas) lo trae también Lucas en una variante (Lc 17, 6) como respuesta al ruego de los discípulos: “Auméntanos la fe”. La oración sólo es eficaz si se hace con fe inquebrantable.

 

c) La necesidad del sometimiento a la voluntad de Dios (oración en Getsemaní).

 

La fe es requisito absolutamente necesario, pero no suficiente, en la actitud de los orantes. A veces hay peticiones dirigidas a Dios con plena fe y el deseo expresado en la oración no se ve cumplido. ¿Es esto perder el tiempo? No, porque al ir este deseo emparejado al acatamiento de la voluntad amorosa de Dios, la no escucha pierde su carácter negativo, aparece como efecto de esta voluntad divina que mira por nuestra salvación, y en ese plano, se transforma en escucha. (P. e. oración de Jesús en Getsemaní).

 

Cuando Jesús reclama una fe absoluta se refiere, a la realización de un “hecho”, mientras que en Getsemaní (y en todas las oraciones que incluyen la voluntad de Dios –como el padrenuestro-) Jesús pide ser librado de un trance que considera negativo. La unión de Jesús con la voluntad de Dios parece estar presente en “todas” sus oraciones; Lc 10, 22: “al Hijo lo conoce sólo el Padre y al Padre lo conoce sólo el Hijo”, indica asimismo la identificación de Jesús con la voluntad del Padre.

 

La identificación de Jesús con la voluntad de Dios es un modelo para “toda” oración y todo orante, porque esa identificación se basa en el carácter dialogal, rasgo principal de la oración, y en el carácter filiar. En toda oración,  el encuentro de la criatura con el Creador alcanza ya el objetivo fundamental al margen del cumplimiento o no de los deseos, y todas las peticiones deben hacerse en el marco de este encuentro. Donde falta y no se busca el encuentro, la oración cae bajo sospecha de fórmula mágica. Jesús, incluso en su experiencia de abandono más profundo en la cruz, sigue unido al Padre.

 

Ni siquiera el pecado de los humanos es obstáculo para la identificación con la voluntad de Dios; aunque Jesús relaciona el “perdón” del pecado con la oración (Mc 11, 25). El que ora debe situarse en el ámbito del perdón, que es la expresión más profunda de su voluntad. De ahí la súplica del publicano: “¡Dios mío!, ten compasión de este pecador” (Lc 18, 13), y la demanda de perdón en el padrenuestro, una oración que busca la máxima brevedad.

 

Jesús, modelo de orante y maestro de oración, nos enseña una disposición a aceptar la negativa a nuestra demanda, a pedir incluso que se haga la voluntad de Dios. “Confianza en el poder y la paternidad de Dios y obediencia a cumplir en la tierra como el cielo SU voluntad”. Esta disposición es tan valiosa y tan difícil de alcanzar como la fe (siquiera del tamaño de un grano de mostaza) que Jesús exige de los discípulos y es inseparable de la fe en la bondad de Dios. Esta fuerza sólo puede obtenerse buscando y hallando en la oración el diálogo de amistad, el encuentro con Dios. El orante debe alcanzarla “en” la oración misma. Entonces, el incumplimiento de las expectativas no significa ya que la oración no ha sido escuchada, siempre lo es si creemos a Jesús. La escucha consiste en la capacidad para abrazar incluso la dificultad en la confianza en el poder de Dios y su bondad a pesar de los pesares.

 

d) La fe en la bondad de Dios.

 

Toda oración nace de la fe en la bondad de Dios. Jesús quiere infundir esta fe en los discípulos con el ejemplo de su vida y con sus parábolas. Entonces, ¿cómo se puede rezar después de Auschwitz?, ¿cómo podemos creer ante la crucifixión de Jesús, que Dios quiere el bien? Como todo el NT, los evangelios dan indirectamente la respuesta: la redención se produce mediante la pasión, Dios hace brotar el bien del mal causado por el sufrimiento. Esto es, la redención, el plan salvífico y amoroso de Dios, su reinado,  no se detiene con los actos de crueldad, no tiene vuelta atrás. A pesar  del sufrimiento y del mal existente, mal y sufrimiento que Dios no desea nunca, Dios produce el bien. Mencionamos aquí la tensión temporal entre el “ya” y el “todavía no”, entre el mal ya vencido y el mal aún no aniquilado. Dicha tensión recorre todo el NT y llega hasta nuestros días, Lc 11,20. El mal ya está vencido, pero todavía necesitamos combatirlo con el ejercicio del bien, la oración, la conversión, la misericordia. (Pregunta a menudo sin respuesta)

 

 

 

 

 

 El lugar del padrenuestro dentro de los sinópticos.

 

La oración de Jesús contagia, despierta interés, anima a los demás. Los discípulos quieren aprender a rezar como él. "Es lógico suponer que los discípulos de Jesús le pedían que les enseñara una oración que fuera el signo característico de su grupo, esto es, un formulario que completase las oraciones tradicionales o las sustituyera pura y llanamente...Se le pide a Jesús una fórmula de oración en correspondencia con el contenido de su mensaje: 'Enséñanos a orar de la forma como deben hacerlo los hombres que desde ahora formen parte del reino que va a venir' ". (Abba, el mensaje central del Nuevo Testamento, pág. 86. Jeremias, Ed. Sígueme).

 

El padrenuestro tiene una importancia singular en la tradición de los tres primeros evangelios. Como Jesús buscaba la soledad para orar, se comprende que los tres evangelistas no hayan transmitido otra plegaria de Jesús aparte de la oración de Getsemaní, la acción de gracias, Lc 10, 21ss; el grito en la cruz  -con las tres discutidas frases en la variante lucana-. El padrenuestro ofrece una aplicación de las instrucciones de Jesús sobre la oración.

 

Resume las convicciones y deseos que deben aparecer en nuestra oración: la invocación de Dios como Abba, que da lugar a un existencia invadida por el deseo de la llegada del reino, el cual inaugura un mundo diferente. Para vivir así, el discípulo necesita el sustento del pan, el aliento del perdón y la fuerza para no sucumbir a la tentación de abandonar el camino emprendido. Por eso la oración debe ser incansable, en espera de recibir de Dios su gran don, el Espíritu (Lc 11,13), que invadirá la Iglesia y el mundo a partir de Pentecostés.

 

Oración que introduce en la esfera del corazón de Dios y la dinámica de su reinado: alabanza y reconocimiento, nuevo marco de relaciones;  petición,  perdón.

 

 

 

 

 

En el Evangelio de Lucas:

 

2, 46 En el Templo, la casa de su Padre, a los doce años de edad.

3, 21 En el momento de su bautismo, se encuentra orando

4, 1-2 Antes de iniciar su predicación se retira al desierto y ora durante 40 días.

4, 3- 12 Al ser tentado responde con la fuerza de la Palabra.

4, 16 ss Tenía la costumbre de ir a la sinagoga (la casa de oración) los días sábado.

5, 16 Buscaba lugares tranquilos para orar.

6, 12-13 Antes de elegir a sus discípulos sube al cerro y pasa la noche en oración.

9, 16 Bendice los alimentos en la multiplicación de los panes.

9, 18 Se retira a lugares apartados para orar

9, 28 Sube a un cerro a orar y mientras estaba orando se transfigura.

10, 17 A la vuelta de la misión de los setenta y dos, bendice y da gracias al Padre.

11, 1 ss Al ver cómo él oraba sus discípulos le piden que les enseñe a orar.

11, 2 ss Les enseña el Padrenuestro, (parábola del amigo inoportuno).

18, 1 ss Enseña a sus discípulos la necesidad de perseverar en la oración (ser constantes), (parábola juez y la viuda).

18, 9 ss Les enseña la humildad en la oración, (parábola fariseo y publicano).

22, 17-19 Da gracias en la Ultima Cena.

22, 39 Como era su costumbre, fue a orar al monte de los Olivos.

22, 40 Les enseña a sus discípulos a orar para no caer en la tentación.

22, 41 ss Ante la proximidad de la muerte ora para buscar la voluntad del Padre.

23, 46 Al morir, sus últimas palabras se dirigen al Padre con un Salmo (31).

24, 30 Los discípulos de Emaús lo reconocen al bendecir y partir el pan.

           

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La oración a Jesús (Cf. Catecismo, p. 569)

 

            La oración del Padre Nuestro en el evangelio de Lucas:

 

-          Cf: Jeremías, J., “Abba. El mensaje central del NT”, Sígueme, Salamanca 1981, pp: 224-235. (sentido del padrenuestro)

-          Cf: Catecismo de la Iglesia Católica, (sobre la oración y quizás sobre el Ave María)

 

Pensando en nuestra oración:

 

¿Cómo nos dirigimos a Dios? ¿Confiamos en Él como nos muestra Jesús?

¿Rezamos solamente por nuestras necesidades, o ante problemas?

¿Acudimos a Dios cuando debemos tomar decisiones?

¿Buscamos un momento y un lugar para rezar en nuestra vida diaria?

¿Fundamentamos nuestra oración en la Palabra de Dios? ¿Rezamos con los Salmos?

 

En la vida de Jesús la oración es el encuentro con el Padre y con su voluntad. A través de ella Jesús toma fuerzas para llevar adelante su misión y ser fiel a Dios.

Si queremos compartir el Reino y seguir a Jesús tenemos que aprender a orar como él, en la vida, para que la vida se haga oración, y la oración fuente de Vida nueva.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

MODELO DE ORACIÓN

 

Modelo : objeto de imitación

 

I. Reconozca la soberanía de Dios----Lucas 11 :1-2

reconocer—examinar detenidamente a una persona o cosa. Identificar a una persona o cosa.

Soberanía—supremo poder de un estado.

A. Reverencie su nombre

reverenciar—tratamiento dado a ciertos religiosos. Respecto, veneración.

b. La prioridad de su reino

prioridad—anterioridad de una cosa con relación a otra.

 

Presentación :

Algo especial había en la forma de orar de Jesús. Sus discípulos lo contemplaban. Deseando poder imitar su tónica, le suplicaron que los enseñara a orar.

Jesús comenzó su modelo de oración explicándoles como debían dirigirse a Dios. Lo primero que les dijo fue que podían llamarlo "Padre". Ellos eran sus hijos. Juan 1 :12 dice : "Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre les dio potestad de ser hechos hijos de Dios… " Los discípulos podían tener la confianza de que Dios deseaba bendecirlos con su presencia y con su ayuda.

Dios no es sencillamente el Padre, El es "nuestro Padre". Esto transmite el sentido de familia y comunidad que es una dimensión (extensión, o volumen de una línea, una superficie o un cuerpo, respectivamente) indispensable (necesario) para la fe cristiana. Además de que nuestra fe en Jesucristo es una relación intima, Dios quiere que esa fe se viva dentro de la familia de la fe. Somos hermanos y Dios es nuestro Padre. (Todos debemos tener el mismo sentir).

Nuestro Padre está en el cielo y El conoce nuestra necesidades. El nos entiende. El está sobre todas las cosas. Debemos recordar que nuestro abogado y Sumo Sacerdote, que ha

sufrido y que ha llevado nuestras enfermedades, está intercediendo por nosotros. (Heb. 2 :18 ; 4 :15 ; 7 :25).

Es importante saber que el Señor, a quien nos acercamos, es santo. Debemos acercarnos a él con reverencia y santificar su nombre. Para el pensamiento hebreo, el nombre representaba el carácter de la persona. Por eso no se puede usar el nombre de Dios en vano (Ex. 20 :7). Dios amoroso, es misericordioso, pero eso no niega la realidad de su santidad. (1 Pedro 1 :16).

 

¿Reflejan nuestras oraciones el deseo de que toda la tierra reverencie el nombre de Dios ?

Jesús nos ordena que oremos por el establecimiento del reino de Dios. Sobre todas las peticiones que podamos tener en nuestro corazón, el establecimiento del reino de Dios, debe ser la primera.

 

 

 

 

 

 

EJERCICIO :

 

Señale el orden prioridad que le dio Jesús a cada cosa.

______La Economía.

______El reino de Dios

______Sanidad/Provisión Material

______Una vida santa

______Las relaciones entre personas

 

 

 

La frase "Venga tu reino", indica la prioridad que el reino de Dios debe tener en nuestras oraciones y en nuestra vida.

Muchas veces nos olvidamos de nuestra identidad como hijos de Dios y nuestro llamamiento como embajadores de su reino y perdemos la perspectiva correcta perdiéndonos en el terreno de lo temporal.

No existimos por existir, sino para andar con cristo y servirle, es por eso que Dios quiere establecer el carácter de Cristo en nuestra vida.

Esto no significa que las cosas de este mundo no nos interesan. Dios creó este maravilloso mundo para que lo disfrutemos. Si vamos a Gén. 1, donde se habla de la Creación, encontraremos que Dios creó maravillas para que el hombre hiciera uso de ellas. Sin embargo es necesario buscar lo eterno, ya que las cosas del mundo no satisfacen plenamente nuestras necesidades. Las cosas espirituales solo son satisfechas cuando agradamos a Dios y nuestro andar.

Debemos invitar a Dios a que establezca su reino primero en nuestro propio corazón. El ha prometido obrar soberanamente en nuestra vida hasta el fin. Pablo dice en Romanos 8 :28 "A los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados." Todo eso va producir nuestra semejanza a la imagen de Cristo (29).

Nuestra vida es parte del plan soberano de Dios. También nuestras oraciones deben reflejar el deseo de ver su obra en el mundo Debemos pedir que establezca su gobierno en el corazón de las personas.

Trabajamos juntos con Dios mientras esperamos la venida de Cristo para que nos lleve a su gran reino. Hasta entonces debemos seguir orando : "Venga tu reino."

 

II. PRESENTE SUS NECESIDADES-----Lucas 11 :3-4

 

La frase "el pan nuestro de cada día" se refiere a mucho más que el alimento. Incluye todas las preocupaciones materiales de nuestra existencia cotidiana. Dios quiere que dependamos de El para nuestro sustento diario.

En el Sermón del Monte, Jesús le dijo a sus discípulos que no se preocuparan por el futuro (Mt. 6 :25-34). Les dijo que la preocupación no era sólo inútil, sino que era contraproducente. La preocupación era y es el enemigo de la fe. Mientras más nos preocupamos por los problemas, más grande se vuelven en nuestra mente, y más difícil se torna nuestra confianza en Dios. Nuestra preocupación del poder de Dios se debilita en nuestra mente.

La oración por otra parte, edifica la fe. Debemos pasar tiempo en la presencia de Dios. Entenderemos que el Señor es más grande que los problemas que afrontamos.

El pueblo de Israel pudo conocer a este Dios de poder y aprendió una gran lección. Ellos fueron sustentados durante su peregrinación en el desierto con el maná del cielo. (Ex. 16 :11-21).

Dios quiere que nosotros aprendamos a confiar en que El nos dará las cosas indispensables para nuestra vida. Dios no satisfará todos nuestros caprichos, pero si todas nuestras necesidades. Dios cuidará de nosotros supliendo todo lo que es para nuestro bien. Mucha gente se afana por guardar provisiones para el futuro. Jesús no condenó, ni condena el que nos preocupemos por el futuro, pero si El quiere que aprendamos a depender de El por completo (Lucas 12 :16-21).

Tal vez la necesidad que más pasamos por alto es la de confesarle al Señor nuestros pecados. El modelo de oración de Jesús incluía un tiempo de confesión y petición de perdón. Debemos hacer un examen diario de nuestra vida y aún decir como dijo el salmista : "Líbrame de los que me son ocultos." No debemos dejar que el pecado nos alcance. Si no confesamos nuestros pecados a tiempo, nuestro corazón se endurecerá y no habrá para el medicina. (Prov. 29 :1).

Jesús vinculó el perdón con nuestra voluntad de perdonar a los demás. Como somos súbditos del reino de Dios, debemos vivir conforme a los principios que lo rigen. Dios nos muestra gracia y misericordia a pesar de nuestra falta de mérito. El no espera que ganemos su perdón. Si fuera así, jamás lo recibiríamos. Debemos aprender a perdonar del mismo modo.

Un hermano en la fe puede ofendernos en un aspecto delicado de nuestra vida. Esto puede resultar en resentimiento contra él.

Muchas veces los cristianos quieren perdonar pero sienten que no pueden. Tratan de perdonar sólo para sentir una y otra vez el enojo contra la persona que los ofendió. Esto los deja frustrados y derrotados.

Es importante comprender lo que es el perdón y lo que no es. El perdón es una elección, no un sentimiento. Así como Dios decidió perdonarnos nuestros pecados contra El., debemos hacer lo mismo con quienes nos ofenden. Esto no es simplemente la mejor opción que podemos aceptar sino una orden que debemos obedecer. Dios exige que tratemos a los demás como El nos ha tratado a nosotros. (Ver Mateo 18 :21-35)

La oración para la vida diaria no sólo incluye el sustento para nuestras necesidades físicas y las buenas relaciones personales, sino también la vida espiritual.

Le pedimos a Dios que "nos libre del mal". Una oración pidiendo la ayuda de Dios para vencer las fuerzas que tratan de apartarnos del Señor ha de incluir una petición de liberación de cualquier mal que Satanás quisiera hacernos. (Ver 1 Crón. 4 :9-10).

 

III. PERSISTA EN LA ORACION------Lucas 11 :5-13

 

La oración eficaz se caracteriza por un fervor que nunca se apaga. La oración exige tal determinación, no porque Dios no quiera responder, sino porque quiere probar el fervor de nuestro deseo. El que sigue pidiendo recibirá, el que sigue buscando hallará y el que sigue tocando encontrará que la puerta se le abrirá.

No podemos comparar a nuestro Padre celestial con el amigo que no quería satisfacer la necesidad del vecino. Podemos estar seguros de que nuestro Padre celestial quiere responder a las peticiones que se le presenten.

Jesús quiso dejar establecido que sí los padres terrenales le dan a sus hijos lo que estos le piden, cuanto más nuestro Padre celestial contestará nuestras peticiones. Podemos confiar en que El nos dará buenas cosas.

Nuestra Padre celestial se goza en bendecirnos en todo momento. El solo quiere que confiadamente vayamos a su presencia y le llevemos todas nuestras necesidades. Más que todo desea pidamos que su reino se establezca en el corazón de cada ser humano y que seamos perdonadores y que aprendamos a pedir perdón. Que vivamos en santidad, porque El es santo.

Que la paz y el amor de Dios abunde en tu corazón. Que el perdón de Dios te cubra por completo. Y hoy si estas entristecido por algo, pide perdón y reconcíliate con el que te ha lastimado. Pídele a Dios que te guarde del maligno.

 

 

 

 

 

“La oración cristiana no tiene métodos, ni guiones, ni fórmulas preestablecidas. El modelo de oración cristiana es y será siempre el Padre Nuestro, salido de los labios del Maestro. Esa misma sencillez debe ser la sal de todo el diálogo de una persona con su Padre-Dios.

También es del Señor el consejo de no ser afectados ni artificiosos a la hora de conversar con Dios: “Al orar no empleéis muchas palabras como los gentiles, que se figuran que por su locuacidad van a ser ecuchados. No seáis, pues, como ellos; porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis” (Mr. 5,7).

Santa teresa de Jesús lo resume diciendo que la oración “no es otra cosa (…) sino tratar de amistad, estando muchas veces a solas con Quien sabemos que nos ama” (Vida, 8,2).

Por tanto, lejos de la locuacidad o de las ocurrencias teológicas, la primera y principal disposición para llegar a este coloquio divino es querer hablar y escuchar.”

 

 

 

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;                                   
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en
el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

 

 
   
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